lunes, 15 de junio de 2015

Formación

No vamos a revelar un gran misterio si decimos que en informática las cosas cambian muy rápido. Es quizás el área del conocimiento que más rápidamente está evolucionando en las últimas décadas: la forma en que las cosas se hacían hace cinco años se suelen considerar ya obsoletas, o como mínimo modificadas de forma sustancial.
Para que los trabajadores (y la propia empresa) puedan mantenerse al día, desde la candidatura de CGT creemos que la formación debe ser parte integral de la cultura empresarial.
No queremos olvidarnos, de todas formas, de que aunque la mayoría de los trabajadores de TCP somos programadores, la formación no debe limitarse exclusivamente a las competencias de los mismos. De hecho, hay muchas habilidades que han sufrido cambios profundos en los últimos tiempos y que aplican más específicamente a puestos no de programadores. Sirvan de ejemplos las metodologías ágiles: sin una comprensión por parte de los comerciales e incluso de la dirección sobre las implicaciones de las metodologías ágiles, es imposible que estas se pongan en práctica. Y cada vez más proyectos demandan estas metodologías.
La formación debe por tanto ofrecerse a todos los trabajadores y como parte de la cultura empresarial. Los primeros beneficiados seremos los propios trabajadores. Y no sólo porque evidentemente nuestro currículo mejorará, seguro que no nos equivocamos si decimos que casi todos nosotros estamos en informática por vocación, porque nos gusta nuestro trabajo, y no hay nada más frustrante que observar cómo vas perdiendo la posibilidad de estar al tanto de las nuevas tecnologías. Pero es que la empresa también resulta beneficiada. El conocimiento de cada trabajador es un activo muy importante de la empresa, y abre nuevas oportunidades de negocio.
Por todo ello, creemos que la formación debería ser una obligación tanto del trabajador como de la empresa.
Pero queremos una formación de calidad. La autoformación no nos parece suficiente. El desconocimiento de una materia convierte la autoformación en algo poco útil: porque posiblemente estas aprendiendo algo obsoleto; o centrándote en las partes no importantes; o menospreciando las partes importantes. Y si encima esta autoformación se hace fuera del horario laboral es además completamente ineficiente. La tecnología requiere muchas veces de un esfuerzo mental considerable. Después de la jornada laboral es mucho más difícil aprender nada, simplemente porque estamos cansados.
Tampoco creemos útil una formación intensiva pero puntual. Aprender durante una semana una tecnología y no ponerla en práctica en años no tiene ningún sentido. Es un esfuerzo inútil por desaprovechado.
Además, no creemos en la posibilidad de aprender “todo”. Aunque es verdad que muchos conceptos son universales, o aplican a muchos ámbitos, creemos que la especialización es lo que diferencia al excelente profesional del simplemente buen profesional. La multitud de detalles particulares de cada tecnología impiden ser un experto en absolutamente todas las tecnologías, la formación debe estar entonces enfocada a tu proyecto curricular.
Y, por último, la formación no puede plantearse de forma exclusivamente reactiva (“necesitamos tres programadores con conocimientos de Spring para dentro de dos semanas, démosles formación”), pero tampoco de forma completamente proactiva (“como tenemos un grupo de expertos en MongoDB debemos buscar sólo proyectos con MongoDB”). Creemos que hay que abrir más diálogos referentes a la formación entre la dirección, los departamentos comerciales y los trabajadores. Entre todos podremos determinar cómo evoluciona el mercado y comenzar la formación con la suficiente antelación.
Nuestro objetivo es por tanto muy claro: queremos convencer a la dirección de que apueste más decididamente por la formación, que invierta en ella. Porque queremos una formación de calidad.

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